Sobre el carnet por puntos me asaltan varias cuestiones a valorar:
Inicialmente, la normativa se establece con el objetivo de reducir el número de accidentes y, como consecuencia, el número de muertos en carretera. Por ahí, ninguna duda al respecto, es evidente que siempre se debe actuar en este sentido e intentar minimizar la tragedia hasta donde sea posible.
Ahora bien, observando la naturaleza estadística de la siniestralidad, apuntar un dato: la mayoría de los accidentes ocurren en carreteras secundarias, mientras que la mayoría de los radares se sitúan en autopistas y autovías.
Sí es cierto que la mayoría de los accidentes se producen por excesos de velocidad, pero no menos cierto es que numerosos tramos presentan límites de velocidad irreales e incompatibles con el trascurrir mayoritario de los conductores.
El hecho de que una gran cantidad de accidentes, durante los periodos vacacionales, se produzcan en los tramos finales no tiene por qué ser producido por el cansancio (creo que, en general, los conductores hacen los descansos necesarios). Los tramos finales suelen coincidir con los peores de todo el trayecto.
En cuanto a las políticas de concienciación ciudadana (y no de imposición policial), llevamos años observando como se suceden uno tras otro los anuncios de la DGT y se mantiene sin cambios significativos el sistema de educación y aprendizaje.
Siempre he creido que es más seguro un conductor plenamente concienciado que otro temeroso de recibir sanciones al menor descuido.
Si el sistema de multas y sanciones económicas se ha demostrado totalmente inviable para la reducción de la siniestralidad, por qué se mantiene paralelamente al sistema de puntos.
¿Por qué la DGT destina una ínfima parte de sus recursos al departamento de estudio de "puntos negros" (un único departamento para toda España), cuando este debería ser uno de sus puntos principales de actuación?
Observando los resultados de los primeros días de aplicación del carnet por puntos, he observado un número de sanciones por embriaguez realmente importante. ¿No deberíamos centrar las sanciones en determinadas formas de conducta en vez de perjudicar a la mayoría de conductores sancionando excesivamente comportamientos leves o descuidos (al fin y al cabo, somos humanos y tenemos el "derecho" a equivocarnos)?
Desgraciadamente, la conclusión que me queda es mi total desconfianza en el trabajo de la DGT y entidades similares, centrado en un estudio histórico equivocado de lo ocurrido en carretera y en una política de respuesta aún más inadecuada (eminentemente recaudatoria), copiada de otros países y sin posibles alternativas a potenciales problemas futuros.